A continuación presentamos la lista de los rascacielos más altos del país: proyectos arquitectónicos que buscan acercarnos al cielo.
abril 2015
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Aunque no es solo una característica mexicana, en nuestro país no hay nada más sabroso, en más de un sentido, que la cocina.
Por supuesto, aquí se bautiza un pollo con mole y se dan a luz los huauzontles, pero sus alcances van mucho más allá de las quesadillas con flor de calabaza y los nopalitos navegantes, del chocolate con piquete y la salsa de tamarindo. La cocina mexicana es el lugar preferido de Dios en esta tierra.
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Receta de María Guadalupe, del restaurante Playa Encantada. Carretera Boulevard Barra Vieja, Acapulco.
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Barro decorado con engobes Elidia de la Cruz Cabrera. Caballo montado por una pareja, hecho…
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“Hay quien sale de un mundo y sin respiro puede cambiarse a otro. Y yo,…
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Relato tzotzil Agustín Díaz Oy jkot mut, pan mut sbi. A ti pan mute mu’yuk…
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Durante la Semana Mayor, los mexicanos –y turistas– que asisten al Cerro de la Estrella, se vuelven más católicos que el Papa. Ahí, cada año desde 1843 se conmemora y representa el viacrucis o Pasión de Cristo, la historia del sufrimiento –según la religión católica– del hijo de Dios por el perdón de los pecados de la humanidad; el camino de la cruz, el camino hacia la crucifixión.
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Hablar de literatura mexicana es un tema complejo que plantea muchas interrogantes, una de ellas, quizá la más importante es: ¿de qué literatura hablamos? Si bien en nuestro país la lengua que más se habla –y por ende escribe– es el español, de acuerdo con el INALI existen 68 lenguas indígenas vivas, de las cuales derivan 364 variantes lingüísticas. Entonces, cuando hablamos de literatura mexicana es preciso enfatizar si nos referimos a la escrita en español, en náhuatl, en maya yucateco, en zapoteco, en mixe o en cualquiera de sus variantes, pues como cualquier otra lengua, las indígenas tienen la capacidad de alcanzar un nivel simbólico y metafórico, es decir, producir literatura.
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Entre el gremio de los artistas, la figura de Sebastián siempre ha sido polémica. Se le critica y argumenta, en cuanto a su obra, su manera de relacionarse, su organización y hasta su cualidad de saber estar en el momento preciso en la escena del arte. Sin embargo, poco se habla de su lenguaje escultórico y de su propuesta artística. Las piezas adquieren presencia en el entorno nacional y pocos señalan los valores artísticos y estéticos presentes en su basta producción.
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Aparecen donde menos lo esperas, en un crucero de avenidas, en un parque, en las fiestas infantiles, hasta en las corridas de toros, y se adueñan del espectáculo y la atención del público recordándonos que, en el fondo, todos somos niños. Desinhibidos amos de la ternura, hacen del pastelazo una delicia y de la extravagancia un arte, con sus zapatos enormes y la cara embalsamada de colores, mientras revuelven las palabras para gobernar con desparpajo a su audiencia y mostrarnos que la risa es no solo una catarsis sino un gran puente para encontrar amigos.