El Camino Real de Tierra Adentro

Imagínate en el siglo XVII, con apenas algunos carruajes, caballos y burros para recorrer caminos áridos y despoblados. Algunos también iban a pie. Ahora imagina lo que era, en esa época, recorrer 2,900 kilómetros desde la Ciudad de México hasta Santa Fe, Nuevo México, en el virreinato que más tarde quedó dividido en dos países. Ese prodigio de expedición, uno de los más largos de la América pre independiente, es hoy un Patrimonio de la Humanidad y recorre, hasta la frontera, el Distrito Federal, el Estado de México, Hidalgo, Querétaro, San Luis Potosí, Guanajuato, Jalisco, Aguascalientes, Zacatecas, Durango y Chihuahua. Aún hoy se requiere de constancia y mucho tiempo para llegar de una punta a otra. Y un ánimo explorador.

El itinerario recorre 60 sitios mexicanos y es no únicamente un recorrido arqueológico sino un vínculo cultural, fundamental para esta nación. Por ahí pasaban alimentos y armas, evangelizadores y comerciantes, exploradores y familias que fueron colonizando el norte. Por ahí también cruzaron ideas y conflictos, vicios y virtudes, porque un camino no está exento de riesgos.

A los lados, los templos florecieron, los poblados y hasta grandes ciudades. Los evangelios iban, la plata venía; las mulas llevaban suministros y traían semillas; los hostales aparecieron –y también los cuatreros- y esta ruta mítica ayudó a formar a Tepotzotlán, Tepeji del Río, Aculco, Querétaro, Atotonilco, Guanajuato, Lagos de Moreno, Ojuelos, Encarnación de Díaz, Aguascalientes, Sombrerete, Zacatecas, San Luis Potosí, Victoria, Mapimí, Chihuahua y muchos otros sitios. Los vestigios están ahí, en caminos empedrados y puentes rústicos, en haciendas y ermitas, en panteones y acueductos, en familias herederas de aquellos exploradores que buscaban el fin de la tierra o el inicio del progreso.

Por ahí también anduvieron los independientes, los reformistas y los revolucionarios, pero igualmente los sacerdotes, los poetas, los hacendados y los maestros. El camino es una vena fundamental del cuerpo nacional, porque permitió el aprendizaje pero también el intercambio, y sirvió de vínculo en un territorio inmenso que a veces parecía no acabar nunca.

Hoy ha sido reconocido como patrimonio de todos, hoy nos toca disfrutarlo, dejar por un momento las carreteras de cuota y adentrarnos en caminos vecinales para encontrar sus orígenes, su riqueza, su belleza. Cuatro siglos después, hoy sigue siendo un reto pero también una oportunidad de descubrir el México andante que dejó de ser nómada para crear las capitales estatales del centro del país.

Arriésgate a soñar que estás en el siglo XVII pero, con las herramientas modernas, detente en la Plaza de Santo Domingo de la capital nacional y, a partir de ese maravilloso lugar, lánzate al camino más largo del México antiguo, un gozo y un orgullo, porque hay mucho más en el camino que sólo camino, si sabemos buscar.

El Camino Real de Tierra Adentro was last modified: agosto 31st, 2017 by Luis Jorge Arnau Ávila

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