Chiapas, un místico viaje al pasado

Por Turismo del Estado de Chiapas.

Para todos es sabido la importancia de la civilización maya en la historia de México. Sin embargo, ¿te imaginas conocer esa cultura más allá de los libros? No estamos hablando de un juego de realidad virtual, es más que eso. Es una invitación a viajar a Chiapas y conocer Ocosingo: un municipio al norte del estado, donde siguen vivas las raíces mexicanas, desde las construcciones prehispánicas, hasta los rituales ancestrales.

Esta aventura comienza en la cabecera municipal de Ocosingo, que en lengua náhuatl significa “Lugar del señor negro”. Ahí es el primer encuentro con la cultura al recorrer el Paraje Artesanal donde mujeres tzeltales, descendientes directos de los mayas, ofrecen productos orgánicos, ropa, pinturas y bisutería, entre otros productos  que elaboran artesanalmente.

Algo que distingue al pueblo tzeltal es su misticismo, reflejado en la creencia en una memoria primigenia, que se adquiere desde antes del nacimiento, justo cuando el espíritu (ch’ulel) ingresa al cuerpo del feto en el interior de la madre. Se piensa que esto trae como consecuencia el destino de la persona, así como su carácter y su manera de ser ante sí mismo y ante los demás.

El siguiente recorrido se lleva a cabo a 10 kilómetros de ahí, donde se ubica la ciudad prehispánica de Toniná, construida hace 700 años y cuya última inscripción se registró en el año 909. Es un espacio sagrado coronado por la pirámide más grande de México: mide 74 metros de altura, 9 más que la pirámide del Sol en Teotihuacán.

Toniná, que en tzeltal significa “Casa de Piedra”, vivió su apogeo entre finales del siglo VI y principios del X d.C., y fue una potencia militar, tal y como lo testimonian las representaciones en estuco y piedra de prisioneros hincados con las manos atadas.


Entre las esculturas de mayor relevancia halladas en Toniná se encuentran la de su último gobernante: Tzots Choj y, recientemente, la del conquistador de Palenque y Señor de Bonampak llamado Jaguar Sobrenatural.

Otra de las etnias representativas descendientes de los mayas son los Lacandones, que se autodenominan “hach winik”, que significa “verdaderos hombres”. Habitan la Selva Lacandona cuya puerta de entrada es la laguna de Nahá.

Esta laguna se ubica entre las montañas del oriente del estado de Chiapas. En sus alrededores se asentó una pequeña comunidad de la etnia que preserva aspectos culturales como su lengua, vestimenta y tradiciones.

Nahá o “Casa de Agua”, fue decretada en 1998 área natural de protección de flora y fauna para contribuir al aprovechamiento y conservación de los recursos naturales de la zona lacandona; en su entorno se localizan especies amenazadas o en peligro de extinción, como el hocofaisán, el águila arpía, el quetzal o el jaguar.

El hospedaje para este recorrido puede llevarse a cabo en un centro ecoturístico impulsado por 21 familias lacandonas comprometidas con la conservación de su entorno, para lo cual han desarrollado sistemas de manejo de residuos, aprovechamiento sustentable de energía,  captación y uso de agua pluvial. Entre las actividades que ofrecen está el senderismo, recorrido en lancha por la laguna y pasar una tarde con uno de los pintores mayas reconocidos de la región: Lacandon Kayum Maax, cuyas obras reflejan parte de su cultura.

Los hombres de Nahá, que mantienen prácticas religiosas tradicionales, suelen levantarse en medio de la noche para acudir a orar a la choza consagrada a sus dioses y las mujeres se levantan a las 6 de la mañana para preparar el desayuno.

Esta etnia se caracteriza por el uso de cotón blanco debajo de las rodillas. Los hombres, además dejan suelto su cabello largo y con fleco, mientras que las mujeres visten de huipil con falda de colores brillantes y se peinan de coleta o trenza. Como atadura, utilizan en ocasiones adornos hechos con plumajes del pecho de aves (como tucanes y guacamayas), en particular cuando se trata de mujeres casadas.

Después pasar una noche entre la jungla, como la llaman ellos, puedes continuar tu viaje hacia las cascadas Sej Kajub en la comunidad de Ubilio García, donde podrás hospedarte en una cabaña a la orilla del río. Es un lugar ideal para practicar senderismo, camping y kayak.

Otra de las especialidades del lugar es la comida. La oferta gastronómica abarca los platillos más representativos del estado de origen prehispánico como el caldo de shuti, cuyo ingrediente principal es el caracol negro de río.

Finalmente, te invitamos a recorrer 97 kilómetros más hacia la Frontera Corozal, situada en los márgenes del río Usumacinta. Ahí podrás hospedarte en el Centro Ecoturístico Escudo Jaguar, formado por familias del grupo lingüístico Chol, que pertenece al grupo maya-totonaco.

En Escudo Jaguar podrás descansar, comer en el restaurante con vista al río, viajar en lancha hacia la zona arqueológica de Yaxchilán, a Bethel o Piedras Negras en Guatemala, para iniciar una nueva aventura hacia la cultura. ¡No te pierdas la oportunidad de vivir y revivir Chiapas!

Para más información:

Fotografías: cortesía del Gobierno del Estado de Chiapas.

Chiapas, un místico viaje al pasado was last modified: agosto 28th, 2019 by Mexicanisimo

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