Gabriela Díaz Alatriste
En el principio es el silencio, la sala llena a la expectativa, un ligero nerviosismo circula entre los intérpretes, las emociones están a punto de surgir… Se preparan los violines, los trombones y trompetas, los violonchelos y los contrabajos, las flautas, las percusiones… Y de pronto, a la indicación de la Directora de Orquesta, comienza la música, la magia, el espectáculo. “Ya no queda más que expresar todo lo que hay después de haberlo estudiado, practicado y ensayado cientos de veces. No queda más que salir y ahora sí, sacar la música del papel, hacer que la música simplemente fluya y que la disfruten el público y la orquesta al mismo tiempo. Pero no es nada simple”. Así es la sensación de la doctora Gabriela Díaz Alatriste, quien es la primera mujer titular de una orquesta sinfónica del país, al haber sido nombrada en marzo de 2009 directora artística de la Orquesta Sinfónica del Instituto Politécnico Nacional.
Para llegar ahí, el camino no ha sido corto ni fácil. No sólo ha tenido que romper una barrera de género, sino recorrer una larga y compleja trayectoria por la música, siempre buscando la excelencia. Comenzó muy chica a estudiar piano y a los once años ingresó al Conservatorio Nacional de Música a estudiar las carreras de piano y dirección coral. Al lado de sus maestros Alberto Alba y Aurora Serratos, a los 18 años ya participaba con la Orquesta Sinfónica Nacional y la Orquesta Filarmónica de la UNAM. “Era fantástico estar en los ensayos y en los teatros con las orquestas. Ahí me empezó a interesarme la dirección de orquesta. Siempre tenía al lado de mi partitura, la partitura del director y lo iba siguiendo todo, las indicaciones, el coro, la orquesta, veía cómo funcionaba todo y me gustó muchísimo”.
Entonces decidió estudiar dirección de orquesta. Quería que Eduardo Mata la preparaba. Él la ayudó para ir a la Universidad de North Texas, donde empezó a estudiar con el maestro ruso Anshel Brusilov. También realizó la maestría y después obtuvo una beca para el doctorado en la Universidad de Minnesota. Mientras estudiaba la maestría fui invitada de último momento a sustituir a un director con la Orquesta de Xalapa, en 1993. El programa consistió en La novia vendida, de Bedrich Smetana; el Concierto para violín de Brahms, con Konstantin Kulka como solista; y la 5ª Sinfonía de Beethoven. “Era la primera vez que yo dirigía. Era un programa con cierta complicación pero el concierto fue un éxito. Luego di varios conciertos para jóvenes y poco a poco fui trabajando como directora invitada con casi todas las orquestas profesionales de México y en algunas de Estados Unidos”. En ese tiempo, ha incursionado en diversos géneros. Como directora concertante ha dirigido óperas como Così fan tutte de Mozart, Mujercitas, de Mark Adamo, Carmen, de Georges Bizet, La mulata de Córdoba, de José Pablo Moncayo, Elixir del amor, de Gaetano Donizetti, Albert Herring de Benjamin Britten; ha dirigido ballet como Knoxville: Summer of 1915 de Samuel Barber y Appalachian Spring de Aaron Copland; y muchos conciertos que es lo que más le gusta. Y se ha presentado en salas de gran importancia como el Palacio de Bellas Artes, la Sala Nezahualcóyotl, la Sala Silvestre Revueltas, y en Minneapolis, donde era directora musical de la Orquesta de Cámara de la Sociedad Unitaria, se presentó en el Teatro Fitzgerald, en el Ted Mann Concert Hall y en el Orchestra Hall.
Lograrlo ha sido difícil pues el cambio de ideología en el campo de la música ha sido muy lento, al grado que todavía en el siglo XX había algunas orquestas en Europa donde no podían participar mujeres. “No hay tantas directoras de orquesta en el mundo, pero hay muchas más que antes y hay extraordinarias como Marin Alsop, directora de la Orquesta de Denver, Colorado, y JoAnn Falleta, directora de la Filarmónica de Buffalo, Nueva York”. En México, aunque Gabriela Díaz ser la primera titular en una orquesta sinfónica mexicana “significa mucho porque me da la oportunidad de regresar al país, de hacer música aquí y de servir a México. El gran compromiso es siempre estar a la altura de la tarea que desempeñamos que es la recreación de la música de los grandes compositores. Y ese es un reto muy grande para cualquier orquesta, de las mejores del mundo, de aquí o de donde sea”. Al acabar el concierto sólo nos queda aplaudir fuerte y largo a esta gran música y gran mujer mexicana.
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