Manuel Tolsá

La arquitectura de la Ciudad de México es en sí misma un catálogo de estilos y corrientes artísticas. En sus calles conviven iglesias barrocas con edificios modernistas y monumentos prehispánicos que, a pesar de ostentar formas y estilos tan distintos, cohabitan la ciudad en una armoniosa sinfonía arquitectónica.

Observar la gran gama de fachadas y frontispicios que engalanan a esta gran urbe es un verdadero viaje a través del tiempo. En esta ocasión, nos trasladaremos a la Colonia, a los siglos XVIII y XIX, época en la que el genio de un hombre valenciano fue la rúbrica de las máximas obras del neoclásico en América, nos referimos a Manuel Tolsá.

Tolsá llegó a la Nueva España en 1791 para ocupar el puesto de director de escultura en la Academia de San Carlos, convirtiéndose en el difusor más activo de las tendencias neoclásicas y, al tiempo, en el mayor detractor del barroco que en ese entonces imperaba con fuerza. La primer oportunidad para demostrar su maestría fue terminar la monumental construcción de la Catedral de México, a tan sólo tres años de arribado en tierras americanas. Al morir el arquitecto veracruzano Damián Ortiz de Castro, autor principal de la obra, le heredó el cargo a Tolsá, quien se encargó de unificar las fachadas, torres y contrafuertes, además de esculpir las piezas que componen el reloj y rematar la cúpula que se erige sobre una base octagonal, lo que le proporcionó mayor amplitud, así como encuadrar las ventanas con columnas de estilo jónico.

Hospicio Cabanas Guadalajara © Bruno Pérez Chávez

No obstante, dos años después fue cuando Manuel Tolsá pudo manifestar sus conocimientos académicos aprendidos en España en todo su esplendor, al erigir la que se considera la obra cumbre del neoclásico en la Nueva España: el Palacio de Minería. Este recinto, sobreviviente del tiempo, guerras y modas, se encuentra en la calle de Tacuba frente al Museo Nacional de Arte, fue construido entre los años de 1797 y 1813 para funcionar como sede del Real Seminario y Real Tribunal de Minería, convirtiéndose en el primer edificio diseñado para la enseñanza de la ingeniería y la metalurgia, principales actividades económicas de la Nueva España. Años más tarde, tuvo usos distintos como ser cuartel durante la Revolución Mexicana y albergar instituciones como la Escuela Especial de Ingenieros, el Colegio de Minas y el Instituto de Física, todas pertenecientes a la antigua Universidad Nacional de México. Actualmente aloja instancias como la División de Educación Continua y a Distancia, el Archivo Histórico y el Centro de Información y Documentación, todas dependientes de la Facultad de Ingeniería de la UNAM. Asimismo, se encuentra el Museo Manuel Tolsá, en el que se exhiben algunas de las obras escultóricas y documentos personales del artista valenciano.

A tan sólo unos cuantos pasos, frente a este imponente edificio, se encuentra la Plaza Manuel Tolsá, cuyo nombre se debe a que en ella se erige la imponente estatua ecuestre, mejor conocida como “El Caballito”, en honor al rey Carlos IV, esculpida por este artista en 1795. Esta obra inaugura en México la tradición panegírica en el campo de la estatuaria urbana, práctica que alcanzaría su apogeo durante el Porfiriato.

© Cortesía DGCS/UNAM

Otro de los legados escultóricos de Tolsá son el Retablo de la Iglesia de Santo Domingo, ubicada en la plaza del mismo nombre, y el Altar de la iglesia de la Profesa, que se puede visitar en la esquina de las calles de Madero e Isabel la Católica. Ambas, a pesar de encontrarse dentro de recintos de indiscutible barroquismo, se componen de elegantes columnas jónicas y corintias propias de la austeridad neoclásica.

Guadalajara también ostenta una obra proyectada por este prolífico artista: el Hospicio Cabañas, cuya construcción estuvo a cargo de José Gutiérrez pero el diseño y la planeación arquitectónica fueron de Tolsá, quien introduce en terreno tapatío, como lo hizo en la Nueva España, la corriente neoclásica. Este edificio de enormes magnitudes, sobresale por su simetría pues cuenta con 23 patios, 106 cuartos, 78 pasillos y dos capillas, además de la capilla central que simula la corona española. Hoy día, en su interior, resguarda el mural El hombre en llamas de José Clemente Orozco y en 1997 fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.

Por ser el primordial difusor del estilo neoclásico en el continente americano y por su influencia arquitectónica y escultórica durante la Colonia, a este estilo se le llegó a denominar “Tolsá”, siendo la Nueva España la afortunada de albergar las mejores expresiones de esta corriente.

Plaza Tolsa © Karina Flores

 

MUNAL © Karina Flores

Manuel Tolsá was last modified: agosto 31st, 2017 by Natalia Priego

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