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Explorando las maravillas de nuestro México, el camino nos lleva a recorrer las interesantes misiones de la sierra gorda en el hermoso estado de Querétaro, estoy seguro que te vas a enamorar de ellas.
Las misiones, fundadas aproximadamente entre 1751 y 1766 por Fray Junípero Serra y declaradas Patrimonio de la Humanidad en el año de 2003 por la UNESCO, se ubican en la parte norte del estado de Querétaro y se extienden hasta los estados vecinos de Hidalgo y San Luis Potosí.
La belleza de sus fachadas, repletas de simbolismos indígenas y cristianos, donde se destacan figuras como plantas, flores, mazorcas y animales, son muestra de un estilo barroco mestizo, característica principal que destacan a estos cinco templos llamados misiones, pues sus fachadas y puertas ricamente decoradas cuentan principalmente la enseñanza de la nueva religión a los pueblos indígenas.
La primera parada nos lleva al corazón de la Sierra gorda, entre ríos y cascadas, se encuentra el pueblo mágico de Jalpan de Serra, donde fue construido el primer de los cinco templos, está dedicado a Santiago Apóstol, en La Misión de Jalpan, podrás ver un águila de dos cabezas que simboliza la fusión de las dos culturas, también destacan las imágenes de la virgen del Pilar y la virgen de Guadalupe, entre otros mártires y apóstoles cristianos. Es la más importante en cuanto a la labor evangelizadora, Fray Junípero Serra supervisó personalmente la construcción y representa la defensa de la fe.
Por otra parte, La Misión de Landa está dedicada a la Inmaculada Concepción, se puede apreciar una de las fachadas más hermosas de todas las misiones, pues la decoración está compuesta por guías vegetales y flores de la zona. La fachada se compone de tres cuerpos rematados por un frontón mixtilíneo, en cuyo centro se encuentra San Miguel Arcángel con el demonio a sus pies, representado por un dragón.
Mientras tanto, La Misión de Tilaco está dedicada a San Francisco de Asís. Dentro de su ornamentación se muestran ángeles y mazorcas. Esta Misión fue construida entre 1754 y 1762 por Fray Juan Crespi. Se considera la mejor conservada, con una decoración más sutil y compleja que las otras. Conserva su capilla abierta y campanario, así como sus capillas, que eran utilizadas para posar el Santísimo, durante la celebración del Corpus.
La fachada es la más pequeña de las cinco misiones, y está rematada por un insólito jarrón. La imagen principal corresponde a San Francisco, alojado en un nicho rematado por un arco poligonal y flanqueado por dos ángeles músicos: un violinista a la derecha y un guitarrista a la izquierda. El resto de la fachada está llena de flores, follajes y mazorcas, donde los ángeles se multiplican.
A diferencia de las otras, Tilaco aún conserva su barda atrial completa así como la puerta de la entrada en forma de concha, una referencia más al agua, al bautismo y a la purificación.
La Misión de Tancoyol está dedicada a Nuestra Señora de la Luz. Se encuentra en el extremo noreste del estado, rodeada por montañas. Su fachada es la más elaborada de las cinco misiones. Se estima que su posible autor sea Fray Juan Ramos de Lora, quien residió allí de 1761 a 1767.
En su portada se puede observar un jaguar en uno de los mascarones, que remata una de las columnas que combinan los estilos estípite y salomónico. En cada extremo, presenta seis figuras de ángeles representados con elementos de la Pasión. Se diferencia del resto por tener una escena de la estigmatización de San Francisco de Asís sobre el ventanal central.
Por último, se halla La Misión de Concá, dedicada a San Miguel Arcángel. Es la más pequeña de las misiones y se pueden observar algunas imágenes y racimos de uva en el techo, se ubica a 30 minutos del centro de Jalpan. Fue fundada por fray Antonio de Murguía y se terminó de construir en 1754. Además de San Miguel Arcángel, en sus puertas, están representados los santos Pedro, Pablo, Fernando y Roque. Otro rasgo peculiar de esta Misión son las enredaderas que acompañan las columnas de la fachada: bien pueden ser de maíz o vid, cultivos representativos del Nuevo y el Viejo Mundo, señales inequívocas del sincretismo cultural.
Fotos de Gonzalo Lourdes Arce
