En mi vida he tenido dos encuentros con Minotauromaquia. El primero fue en la universidad, llegó a mí la edición de Joaquín Mortiz, leí esas páginas como un laberinto maravilloso que seguro fue el mismo que Ariadna transitó para ayudar a Teseo. El segundo, fue hace algunas semanas, recibí como un regalo de una persona importantísima para mí, la versión digital que editó la UNAM. Esta vez parece que yo misma estuviera en el laberinto y es que eso hace Tita Valencia, hace que sintamos las letras en la piel.
Pianista de formación, pero escritora desde niña. Joaquín Mortiz fue la primera persona que confió en Tita Valencia y quien editó en 1976 Minotauromaquia. Esta obra le dio a Valencia el premio Xavier Villaurrutia, sin embargo, era la época en que los hombres escritores predominaban y Tita no fue aceptada, así que se alejó de la escritura personal, para darle paso a un ámbito mucho más académico.
Minotauromaquia se cataloga como una novela dado que hay una figura femenina que narra y que a su vez es el personaje principal, el cual se encuentra en constante cambio y observación. Sin embargo, encontraremos elementos poéticos. No es la típica novela, realmente hay una prosa poética. Otra de las características literarias de esta obra es su fragmentación, su estructura parece que no está ligada, pero conforme avanza la lectura encontramos ese hilo, que podría ser la metáfora de Ariadna ayudando a Teseo.
El libro recita acerca de una relación amorosa y con un lenguaje sumamente exquisito reflexiona más que hacia el ser amado, hacia ella misma. Esas frases breves pero contundentes: “Amor, tu pecado fue no sostenerme” aluden a un amor intenso y que duele.
Cuarenta y cuatro años después, la UNAM editó este libro y actualmente se encuentra en una versión impresa y digital muy accesible al público. Ojalá que en sus páginas encuentres tanta dicha como yo lo hago.
