Crítica: «Vuelven», la infancia como estado infernal

“En los últimos 10 años la violencia en México ha provocado 160,000 muertos y más de 53,000 desaparecidos. Zonas enteras de algunas ciudades se están quedando desiertas. No hay cifras para los niños que los muertos y los desaparecidos han dejado atrás”.

Pocas obras, tanto literarias como cinematográficas, optan por explorar el horror personal dentro de un marco de horror aún más amplio. Tarea difícil, una verdadera proeza si se logra. Recuerdo, por ejemplo, el cuento “Entre los muertos” («Down Among The Dead Men», publicado en Oui en 1982) de Gardner Dozois y Jack Dann, que ubicaba una terrorífica historia de vampiros en un campo de concentración alemán, o la excelente película Bajo las sombras (Under the Shadows; Zir-e Sayeh, Babak Anvari, 2016), adquirida por Netflix, que recupera el mito árabe del “djinn”, o “genio maligno”, situándolo como presencia horrífica en una casa encantada, mientras es asolada por los continuos bombardeos de la guerra Irán-Irak.

La película mexicana Vuelven (2017), de Issa López, tiene la particularidad de emplazar una historia de terror en la sangrienta y bestial “Guerra contra el narco” mexicana.

Estrella (Paola Lara), una niña de 10 años, queda huérfana y se une a un grupo de niños, todos víctimas de la violencia –valga como ilustración “el Morro” (Nery Arredondo), el menor de los niños que forman el grupo, y que ha visto un evento tan cruel que se ha quedado prácticamente mudo–, que viven en una azotea y han formado una especie de banda infantil para protegerse los unos y los otros de los matones adultos. Estrella lleva consigo un gis, con el cual ataja el mal –personificado en la banda de sicarios que pretenden recuperar un teléfono celular, que contiene, se entiende, evidencias incriminatorias, y que ha robado “El Shine” (Juan Ramón López) a “El Chino” (Tenoch Huerta)–.

Pero Estrella, como consecuencia de haber visto cumplido uno de los tres deseos que ha pedido: el regreso de su madre muerta, se topará, por obra y gracia de sus poderes mediúmnicos despertados, con las almas de los asesinados por los narco-satánicos, como los denominan los niños, así como de la sangre que corre y condena, o señala, a la próxima víctima mortal. Elementos como son los tres deseos, los espectros, los príncipes y los valientes tigres, como cazadores y acechadores de la oscuridad, alentarán a Paola a sobrellevar la pena y el miedo bajo la implacable persecución de los asesinos.

Una brecha amplísima separa la obra de arte Juegos prohibidos (Jeux Interdits, 1952) de René Clément, la historia de dos pequeños que juegan a sepultar animales muertos, como reflejo de la muerte que los rodea (la Segunda Guerra Mundial), bajo el aspecto de inquietantes ceremoniales para los adultos, y esta película de Issa López. La película de Clément se inclinaba hacia la risa para lograr conmover y provocar la reflexión, la de Issa López no admite concesiones.

Vuelven conmueve y aterroriza a un tiempo, aunque no evade los momentos del melodrama, ligeros tropezones en la trama, como los de un tigre de peluche que camina; una visión infantilista, que se quiere ver infantil, de la que también adolece el justamente laureado Guillermo del Toro.

Tanto Vuelven como La región salvaje (2016), de Amat Escalante, o Ladronas de almas (2015), de Juan Antonio de la Riva, por mencionar solo un par de títulos mexicanos absolutamente recomendables, son sintomáticos del desgarramiento que, como nación, padece el país. Sus herramientas son sus vigorosas y efectivas metáforas. Mención aparte, porque pertenece al terreno realista, pero también inestable del documental, se merece la brutal La libertad del diablo (2017), de Everardo González, con los testimonios anónimos de los directamente implicados en la barbarie, bajo máscaras que tanto alinean como unifican a los testigos. Hubo un tiempo en que la doble moral imperante condenó la obra maestra de Luis Buñuel, Los olvidados (1950), como falsa o, en el mejor de los casos, como insensible. ¿Quién osará criticar hoy estos retratos, ganados para la ficción, que hacen esta generación de realizadores mexicanos de los tiempos que corren?

A destacar, en Vuelven, las actuaciones del pequeño Juan Ramón López, como “El Shine”, que se acerca a algo poderoso, y que inunda sus escenas. Un niño cuya infancia ha sido arrebatada para la dureza, pero que, por amistad y empatía, se inclina naturalmente hacia actos de camaradería, y hasta de cariño, para sus compañeros, cuyas actuaciones, todas, son destacadas.

La película se ha presentado en diversos foros, entre estos los internacionales Screamfest Horror Film Festival y el Fantastic Fest, y cobró especial celebridad, intrínseca a sus méritos inherentes, por supuesto, cuando el autor Stephen King, que mencionó haber caído bajo su hechizo a los dos minutos de verla, la recomendó en su cuenta de Twitter, añadiendo que la encuadraba en el género del Realismo mágico latinoamericano.

Vuelven está nominada en varias categorías en la próxima entrega de los premios Ariel, entre ellas Mejor dirección y Guión original para Issa López; Actor de cuadro para Tenoch Huerta; Efectos visuales para Raúl Prado, Juan Carlos Lepe y Edgar Piña; Maquillaje para Adam Zoller; Revelación femenina para Paola Lara; y Revelación masculina para Juan Ramón López.

Todavía insatisfactoria, pero honesta, estremecedora y enternecedora, y sin necesidad de un holgado presupuesto, Vuelven debe verse como una de los mejores títulos mexicanos dedicados al terror que exploran las situaciones sociales y la psique infantil del México actual.

México, 2017. Dirección: Issa López. Producción: Marco Polo Constandse. Guión: Issa López. Fotografía: Juan José Saravia. Edición: Joaquim Martí Marques. Música: Vince Pope. Dirección de arte: Ana Solares. Reparto: Paola Lara, Juan Ramón López, Tenoch Huerta, Ianis Guerrero, Rodrigo Cortes, Benny Emmanuel, Hanssel Casillas y Nery Arredondo

Crítica: «Vuelven», la infancia como estado infernal was last modified: mayo 4th, 2018 by Pedro Paunero

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