50 frases para entender (y seguir sin entender) qué es la muerte para los mexicanos

En México, la muerte está viva. Es recuerdo siempre presente. Jamás un adiós, nunca un olvido. Es una continua y agridulce ironía: es festividad, es júbilo, es pachanga, pero es también tristeza, llanto, solemnidad, voz apagada… vacilada, burla, grito a voces, pan que se come sopeado con chocolate, calaverita de azúcar o amaranto, papel picado de colores, flor anaranjada, cirio encendido, pulque en bule que se pasa de mano en mano junto a la fosa familiar, cazuela de arroz y mole en el altar, dulces, cigarros, vasos de agua, platos con sal, la catrina, la garbancera, la calaca, la huesuda, la patas de cama, la chorreada, la costillas de marimba. Es también una tumba pintada de morado o rosa mexicano, es la temida, la impronunciable, la festiva, de la que todos nos burlamos, siempre tan ajena, siempre tan cercana y – faltaba más – tan mexicanamente nuestra.
A continuación presento 50 frases y fragmentos extraídos de consejas populares, novelas, poemas, canciones, películas, dichos y refranes que retratan con fidelidad este modo tan peculiar de concebir a la muerte. Pero también, algunos destellos fantasmales de esos que habitan en cada rincón, en cada pueblo, en cada barrio: historias de fantasmas y aparecidos que se cuentan en las noches, cuando se va la luz, en torno a una pequeña y tambaleante flama.
Es nuestra particular manera de pensarla, de tratarla, de digerirla, de alejarnos de ella. Ya lo sabemos: ante una tragedia, los argentinos hacen un tango y los mexicanos un chiste.
Frases que nos hablan de México, que nos duelen, que nos hieren, que nos hacen reír, que nos la refrescan… Porque así vivimos la muerte en nuestro país.

1. El muerto pide camote, / si no, se le cae el bigote. / La viuda pide una ayuda, para su pobre criatura (Rima popular).

2. Usted no es más que un servidor obediente del Supremo Juez […] Cuando usted se aparece ya no da tiempo de nada. (B. Traven, Macario. Novela).

3. Ahora que venía, encontré un velorio. Me detuve a rezar un padrenuestro. En esto estaba, cuando una mujer se apartó de las demás y vino a decirme: “¡Damiana! ¡Ruega a Dios por mí, Damiana!”. Soltó el rebozo y reconocí la cara de mi hermana Sixtina… mi hermana Sixtina, por si no lo sabes, murió cuando yo tenía 12 años. (Juan Rulfo, Pedro Páramo. Novela).

4. Por la lejana montaña va cabalgando un jinete, vaga solito en el mundo y va deseando la muerte. (José Alfredo Jiménez, El jinete. Canción).

5. Quien quiera gozar de veras / y divertirse un ratón, / venga con las calaveras / a gozar en el panteón. (José Guadalupe Posada, Revumbio de calaveras. Calaverita literaria).

6. ¿Has oído alguna vez el quejido de un muerto? – me preguntó a mí. “No, doña Eduviges”. Más te vale. (Juan Rulfo, Pedro Páramo. Novela).

7. ¡Qué gusto, hijita, qué gusto que hayas muerto tan pronto! (Elena Garro, Un hogar sólido. Obra de teatro).

8. Dicen que los que mueren / nunca vuelven a turbar / al que vive en este mundo (Andrés Soler cantando en El Ceniciento. Película).
Calaveras de azúcar o de papel de China, esqueletos coloridos de fuegos artificiales, nuestras representaciones populares son siempre burla de la vida, afirmación de la nadería e insignificancia de la humana existencia. Adornamos nuestras casas con cráneos, el día de los difuntos comemos panes que fingen huesos y nos divierten canciones y chascarrillos en los que ríe la muerte pelona, pero toda esa fanfarronada familiaridad no nos dispensa de la pregunta que todos nos hacemos: ¿qué es la muerte? No hemos inventado una nueva respuesta. Y cada vez que nos la preguntamos, nos encogemos de hombros: ¿qué me importa la muerte, si no me importa la vida? (Octavio Paz, El laberinto de la soledad. Ensayo).

9. Viene la muerte luciendo mil llamativos colores; ven, dame un beso, pelona, que ando huérfano de amores (Tomás Méndez, La muerte. Canción).

10. De pendejo me muero este año (Refrán Popular).

11. La mujer había muerto. Los dos compadres se contemplaron mudos de espanto, pero su asombro fue inmenso cuando vieron horrorizados que en cada una de las manos y cada uno de los pies de aquella desgraciada, se hallaban las mismas herraduras con los mismos clavos que había puesto a la mula el buen herrero (Luis González Obregón. La calle de la mujer herrada. Crónica).

12. Come bien y coge fuerte y enséñale los huevos a la muerte. (Refrán Popular).

13. Desde mis ojos insomnes / mi muerte me está acechando, / me acecha, sí, me enamora / con su ojo lánguido. / ¡Anda, putilla del rubor helado, / anda, vámonos al diablo! (José Gorostiza, Muerte sin fin. Poema).

14. Alguien me habló todos los días de mi vida / al oído, despacio, lentamente. / Me dijo: ¡vive, vive, vive! / Era la muerte. (Jaime Sabines, Del mito. Poema).

15. Y por cierto que la muerte / resultó macho y no calado, / pues al encontrarse con Lewinsky / muy cortés fue que le dijo: / “Vente, Mónica, te invito, / a que me chupes el… huesito” (Calavera picaresca sobre Mónica Lewinsky).

16. Cuando tengas ganas de morirte / esconde la cabeza bajo la almohada / y cuenta cuatro mil borregos. / Quédate dos días sin comer / y veras que hermosa es la vida: / carne, frijoles, pan. / Quédate sin mujer: verás. // Cuando tengas ganas de morirte / no alborotes tanto: muérete / y ya. (Jaime Sabines, Cuando tengas ganas de morirte. Poema).

17. A Cuauhtémoc Blanco la pelona dijo: / “Me gusta tu forma de jugar, / si me adivinas esta cosa / a ti te voy a perdonar: / En su guango y prieto cajete / casi siempre cacarizo, / se zangolotea un petiso / presumiendo de jinete / y meneándolas todas: / culantro, chile y bolas. / ¡Es el molcajete! / Y a usted sí me lo llevo / por pelado y por ojete” (Calaverita picaresca sobre Cuauhtémoc Blanco).

18. Cantemos: la muerte, la muerte, la muerte, / hija de puta, viene. / La tengo aquí, me sube, me agarra / por dentro. / Como un esperma contenido, / como un vino enfermo (Jaime Sabines, Sigue la muerte. Poema).

19. El deceso así le brota / por los viajes repentinos, / tras cazar una gaviota / muy cerquita de unos pinos. / Aunque hay dudas en su historia, / partes turbias y dislates, / a los muertos sin memoria / los gobierna con sus cuates (Roberto Gómez Junco, Calaverita sobre Enrique Peña Nieto).

20. Aquí me muero. Porque los ojos de la muerte me han visto y giran alrededor, cazándome, llevándome. Aquí me callo. De aquí no me muevo (Jaime Sabines. Adán y Eva, XIV. Poema).

21. ¿Está usted viva, Damiana? ¡Dígame, Damiana! (Juan Rulfo, Pedro Páramo. Novela).

22. A Fidel en ese día / lo encontró y no lo mató, / pues la muerte no sabía / si ya estaba muerto o no (Roberto Gómez Junco, Calaverita sobre Fidel Castro).

23. Y se me murió la muerte / de calor, que no de frío, / pues salió a tomar el fresco / vestida con un abrigo. // El día estaba soleado / aunque ya era casi invierno, / como llevaba tacones / se resbaló sobre el hielo (Julie Sopetrán, La muerte de la muerte. Calaverita).

24. Cerraron la sepultura con arena mojada; bajaron el cajón despacio, con la paciencia de su oficio, bajo el aire que les refrescaba su esfuerzo. Sus ojos fríos, indiferentes. Dijeron: «Es tanto.» Y tú les pagaste, como quien compra una cosa desanudando tu pañuelo húmedo de lágrimas, exprimido y vuelto a exprimir y ahora guardando el dinero de los funerales… Y cuando ellos se fueron, te arrodillaste en el lugar donde había quedado su cara y besaste la tierra y podrías haber abierto un agujero, si yo no te hubiera dicho: «Vámonos, Justina, ella está en otra parte, aquí no hay más que una cosa muerta.» (Juan Rulfo, Pedro Páramo. Novela).

25. Posada: la muerte que se volvió calavera, que pelea, se emborracha, llora y baila. La muerte familiar, la muerte que se transforma en figura de cartón articulada y que se mueve tirando de un cordón. La muerte como calavera de azúcar, la muerte para engolosinar a los niños, mientras los grandes pelean y caen fusilados o ahorcados penden de una cuerda (Diego Rivera, sobre José Guadalupe Posada).

26. Cuando vivía el infeliz: “¡ya que se muera!”, y hoy que ya está en el veliz: “qué bueno era…” (“Chava” Flores, Cerró sus ojitos Cleto. Canción).

27. Dos de Noviembre. Muy de mañana, las familias, por grupitos, se dirigen hacia los cementerios […] Hacen alto en las tiendas que se encuentran en el camino; aquí se abastecen de pan de muertos, un bizcocho adornado con atributos fúnebres, y esas curiosas golosinas con que grandes y chicos suelen regalarse en aquel día: calaveras, esqueletos de azúcar; como juguete obsequian a los niños pequeños ataúdes de cuya pared está agujerada con una ventanilla por donde asoman el cráneo y los ojos huecos del muertito. (Lionel Vasse, Andanzas mexicanas. Crónicas de viaje, 1948).

28. Pidamos por las benditas ánimas del santo purgatorio para que el Señor les dé refrigerio. (Jaculatoria popular).

29. “Soy ahijado de la muerte / que respeta mi valor, / La Llorona me divierte / con su canto de dolor”. (Manuel Esperón y Ernesto Cortázar, El ahijado de la muerte. Canción).

30. Nuestro culto a la muerte es culto a la vida, del mismo modo que el amor, que es hambre de vida, es anhelo de muerte (Octavio Paz, El laberinto de la soledad).

31. El verbo difuntearse es regular y se conjuga así: PRESENTE: Yo me petateo, Tú entregas la tarjeta de circulación, Él se pela de casquete, Nosotros bajamos a abonar el pasto, Ustedes estiran la pata, (o Vosotros desencogéis las de batir lodo), Ellos avientan el último pujido (Armando Jiménez, Dichos y refranes de la Picardía Mexicana. Libro).

32. PRETÉRITO: Yo colgué los tenis, Tú anclaste en el panteón, Él se quedó con la vista cuata, Nosotros devolvimos el equipo, Ustedes se cambiaron al valle de los pelones, (o Vosotros os mudasteis a la ciudad de los calvos o de los calvarios), A ellos se los cargó la jodida o la chifosca mosca. (Armando Jiménez, Dichos y refranes de la Picardía Mexicana).

33. FUTURO: Yo iré a echarme un cruzado con San Pedro, Tú le harás al mamerto pa’ siempre, Él verá crecer los rábanos por abajo, Nosotros estaremos requiescartapacio, Ustedes se volverán caca o miera (o Vosotros os transmutaréis en heces), Ellos darán el chingadazo. (Armando Jiménez, Dichos y refranes de la Picardía Mexicana).

34. ¡A la chingada la muerte!, dije, / sombra de mi sueño, / perversión de los ángeles, y me entregué a morir / como una piedra al río, / como un disparo al vuelo de los pájaros. (Jaime Sabines, Algo sobre la muerte del mayor Sabines. Poema).

35. Los espíritus no necesitamos que nos abran las puertas, somos como los hijos del cura, pasamos por el ojo de una aguja. / “¿Los espíritus?” / Los espíritus, porque ya me morí. Nomás vine a cumplir mi promesa (Vicente Riva Palacio, “Un viaje al purgatorio”).

36. No estoy loco, no, pero la siento, la siento errando invisible a mi alrededor y tengo miedo, miedo de ella, de sentir el golpe en el hombro, o sus pasos, avanzando silenciosos (Bernardo Couto Castillo, “Una obsesión”).

37. Dicen que, cada jueves, día de la muerte trágica del caprichudo criollo, éste sale del panteón en donde está sepultado, monta el mismo caballo, y a la medianoche y en penitencia, emprende el camino hasta el poblado, viéndosele pasar por los caminos echando lumbre. (Esteban Maqueo Castellanos, “A caballo a los infiernos”).

38. El día de muertos es el día primero de noviembre en donde Dios les da permiso de bajar a las almas las cuales murieron muy chicas, o sea a los niños y que el día dos les da permiso de bajar a los difuntos adultos a oler todo lo que más les gustaba de comida en vida, por ello es que familiares preparan el alimento que más les gustaba a sus amigos, parientes o conocidos que ya fallecieron, ya fuera pequeño o adulto (Leyendas de Coyoacán. Antología).

39. En esta vez Tomasina no vio al clérigo en sueños; se le apareció visiblemente en cuerpo y alma (Luis González Obregón, Lo que aconteció a una monja con un clérigo difunto. Crónica).

40. “¿Qué buscas en estos sitios / donde a los vivos espantas? / Si tienes talegas, ¿cuántas / me puedes proporcionar?”. // – Me llamo Perico Zurres / – dijo el fantasma en secreto – / fui en la tierra buen sujeto, / mayate mientras viví. // Mudo de sorpresa queda / el pobrecito trapero, / y echando al suelo el sombrero, / de esta manera exclamó: // – Con mil mentadas de abuela / y por la madre de Gestas, / ¿qué chingaderas son éstas / las que me pasan a mí? (Téofilo Pedroza, El ánima de Sayula. Conseja).

41. Salvador Hernández es el ánima que se encuentra en el puente de Silva, y todo aquel celayense que pasa por ahí en su coche lo hace con los ojos cerrados y a toda velocidad para no ver al fantasma, ya que éste, siempre que alguien pasa por ese puente, le pide un aventón. (Leyenda popular de la ciudad de Celaya, Guanajuato).

42. En cuanto bajó el periódico comprobó que no estaba solo. Muchas personas lo rodeaban. Gente con la cara muerta y la ropa desgarrada. Algunos con miradas de miedo, otros con ojos de maldad. Eran muchos, todo lo veían fijamente; todos estaban de pie alrededor de su cama. Con ojos blancos, tierra sobre la cabeza, con la piel cortada y ojeras oscuras debajo de los ojos secos. Todos estaban muertos (Espíritus malditos. Leyenda del estado de Durango).

43. Era una sombra pequeñita, como la de un niño. Una sombra oscura que lo miraba desde la oscuridad. Y esa sombra comenzó a avanzar a pasos lentos (Un niño entre los brazos. Leyenda del estado de Querétaro).

44. Si me han de matar mañana, que me maten de una vez (La Valentina, canción popular).

45. Cómo sufrió por ella que hasta en su muerte la fue llamando (Tomás Méndez, Cucurrucucú paloma. Canción).

46. Mucho cuidado, señores, / porque la muerte anda lista, / en el Panteón de Dolores / ya nos tiene una pocita / para los compositores, / y uno que otro periodista / licenciados y doctores / todos están en la lista. // Tucu tucu tiqui taca / qué recanija calaca / cuando menos lo pensamos / nos hace estirar la pata. / Yo me le escapé una vez / pero por poco y me atrapa (Tucu tucu tiqui taca. La calaca. Canción).

47. La muerte y el diablo un día / se toparon frente a frente / ella se quedó bien fría / y él se puso bien caliente (Rima infantil).

48. Salgan, salgan, salgan, / ánimas de pena, / que el Rosario Santo / rompa sus cadenas. / Mataron mi llanto, / mataron mi risa, / pero no pudieron / matarme la vida (Canto popular).

49. Mira qué linda está la muerta: / pestañas muy paraditas / como si fuera a mirarte, / no se le olvide, amorcito, / que siempre voy a cuidarte. // Peinada como princesa / como si fuera a alguna fiesta, / y ponme muy perfumada / para que no digan: / ¡apesta! (Qué linda está la muerta. De la obra Muerte con M de Mujer. Canción).

50. Yo siempre estoy esperando que los muertos se levanten, que rompan el ataúd y digan alegremente: ¿por qué lloras? (Jaime Sabines, “¡Qué costumbre tan salvaje esta de enterrar a los muertos!” Poema).

50 frases para entender (y seguir sin entender) qué es la muerte para los mexicanos was last modified: agosto 31st, 2017 by Carlos Eduardo Díaz

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