Protestar no es odiar

Se piensa, erróneamente, que concentrarnos en destacar los logros del país nos impide tener una mayor participación política y expresar nuestras discrepancias con los que sucede. Definitivamente no es así. La participación social, comunitaria, es fundamental para todos aquellos que estamos convencidos de que el país vale pero requiere nuestra voz. La mayoría de los grandes personajes mexicanos, hombres y mujeres, se han involucrado muy activamente en la vida civil, política y hasta militar, cuando se ha requerido, movidos por el amor a México y el deseo de mejorarlo. Casi todos los personajes más reconocidos pueden ser un buen ejemplo: Diego Rivera, Belisario Domínguez, Rosario Castellanos, Samuel Ruiz, Mariano Otero, Alfonso Reyes, Daniel Cosío Villegas, Leona Vicario…

La diferencia fundamental que promovemos es que, así como la participación implica discrepancia, apasionamiento, discusiones, diferencias, también debe evitar las generalizaciones o la minimización de los logros realizados en diversos campos. No somos el mejor país del mundo, pero tampoco el peor; entender que en la diversidad de espacios hay luces y sombras ayuda a ser vehementes en la participación y justos en la evaluación.
Protestar no es odiar. Los mexicanos valiosos no pueden encerrarse en una torre y lavarse las manos ante las injusticias, o la pobreza, o la impunidad, pero tampoco pueden suponer que estamos en el barranco y se viene el Apocalipsis. No los hace menos vehementes el disfrutar los colores nacionales, que son muchos. No se puede, buscando exagerar para mover a la sociedad, decir que nada se ha hecho, que somos un caso perdido, que la gente no participa y le urgen iluminados que le digan por donde. Podrían aplaudir (mal no hace) a quienes han ayudado a enderezar el rumbo, aunque sea un poco.
Las páginas de Mexicanísimo están llenas de participantes sociales. Hemos hablado de Morelos, de Madero, de Frida; de los jóvenes del 68 y de quienes estuvieron en la Reforma; de quienes iniciaron la Independencia y de aquellos que han muerto por exhibir a malos gobernantes; en cada gran personaje hay historias que muestran que no son ajenos a México, no deberían serlo, y por eso son un referente.

Protestar no es odiar. Nosotros hemos expresado preocupaciones, dolores, hemos participado en movimientos civiles, en reclamaciones, y nos hemos equivocado, pero tratamos de ser parte del engranaje que mueva al país, y no del que lo detiene y lo lamenta. En nuestras páginas favorecemos las buenas noticias porque esperamos que nuestros hijos conozcan a la gente valiosa y porque pocos medios consideran importante dar ocho columnas a los logros y prefieren detenerse sólo en los pecados, lo cual es muy respetable. Nosotros creemos que debemos ayudar a balancear la mirada y sus tonalidades, por eso somos apasionados aplaudiendo esta pasión, pero sabemos que, con gran frecuencia, tenemos que protestar cuando algo se desvía.
Protestar no es odiar, es hacer uso de la inteligencia y de la voz cuando se requiera, sin volvernos plañideras o pasar por encima de los derechos de otros, pues la violencia no autoriza violencia. Protestar es, al mismo tiempo, una llamada de atención a los gobiernos que esperan silencios cómplices, y tampoco vamos con esa idea. La sumisión es culpable de muchos de los momentos más tristes y deplorables de nuestro pasado.
Protestar no es odiar, siempre y cuando entendamos que la discrepancia obliga a reconocer también nuestras deficiencias y nos debe impulsar a considerar cambios pacíficos, sin cerrazón, entendiendo que en un país tan diverso existen muchas personas que piensan diferente y tienen el mismo derecho a levantar su voz.

Protestar no es odiar was last modified: agosto 31st, 2017 by Luis Jorge Arnau Ávila

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