Así perdió el diablo…

Los mexicanos ni nos rajamos, ni nos abrimos, ni sentimos el menor miedo cuando nos enfrentamos al diablo. Lejos de la solemnidad, el diablo es motivo de risa, de burla, de picardía y de juego. Desde niños mostramos irreverencia y, además de hacer todo tipo de “diabluras”, jugamos con el patín del diablo, a ponernos los cuernos cada vez que posamos para una foto, lo dibujamos cómicamente dentro de las cartas de la lotería y nos subimos en los “diablitos” de las bicicletas.

Ilustración © Beatriz Eréndira Martínez Cruz

Ilustración © Beatriz Eréndira Martínez Cruz

De acuerdo con la tradición, el diablo tiene distintos nombres, a saber, Satán o Satanás, Belial o Beliar, Beelzebul o Beelzebub, Abaddón, Lucifer, Luzbel, Mefistófeles. Sin embargo, la inventiva mexicana –que no tiene límite– lo ha bautizado de muchas otras maneras, algunas más cómicas y cercanas a la experiencia propia o a la imaginación colectiva. Por ejemplo: el coludo, el cuernudo, el maligno, el patas de cabra, el uyuyuy, el malo, el mal amigo, 
el ay nanita, el enemigo, el sombrerón, el chango colorado, el apestoso, el azufroso, el acusador, el charro negro, el tío de las muchachas, el misterioso, el amigo de mi suegra, el nahual, el que deja oliendo a azufre, el coco, el viejo del costal, el comeniños, el patas de gallo, el rojo, el colorado, el chamuco, el pingo, el chango, el judío, camándula, el demonio negro, el espíritu maligno, don diablo, el galán, el patas de gallo, el recaudador de impuestos, el hijo de…
Las lenguas indígenas también tienen voces para designar el equivalente a esta fuerza maligna. Por ejemplo tlakatekolotl, en náhuatl; daxhiwe, en zapoteco; ba’aba’al, kisin, k’aak’as ba’al xulub, en maya; zuthu, dämänts’o, üxjua, nzuthu, hinkijo, en otomí; no ambakiti, en purépecha; kui’na, taa xaan, en mixteco; tlajaná, en totonaco; uxua, axua, en mazahua.
Y por supuesto que, como más sabe el diablo por viejo que por diablo, y los mexicanos por dicharacheros que por mexicanos, la presencia de este milenario personaje no podría faltar en nuestra sabiduría popular plasmada en refranes.

Así perdió el diablo… was last modified: agosto 31st, 2017 by Alejandro Toussaint

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