Los sonidos de la Ciudad de México

Claxonazos, motores, silbatos de policías de tránsito, alarmas de coches, sirenas de ambulancias y patrullas, el sonsonete de “La cucaracha” de las bocinas de los microbuses o el pitido que anuncia la reversa de ciertos camiones son algunos de los sonidos citadinos que acompañan el ajetreado transitar de los chilangos, sin embargo existen otros que con gran dificultad se abren paso entre la estridencia de la urbe.

© Karina Flores

© Karina Flores

“¡Hay tamales oaxaqueños, tamales calientitos! ¡Pida sus ricos tamales oaxaqueños! ¡Ya llegaron sus ricos y deliciosos tamales oaxaqueños! ¡Acérquese y pida sus ricos tamales oaxaqueños!”, se puede escuchar a lo lejos desde cualquier punto de la Ciudad de México, alrededor de las 6 de la tarde y hasta entrada la noche. O bien la famosa grabación de “¡se compran colchones, tambores, refrigeradores, estufas, lavadoras, microondas o algo de fierro viejo que venda!”, que no importando si vives en Reforma, en Santa María la Ribera o en la Roma el eco de esta voz seguro ha llegado hasta tus oídos. A pesar de que estos pregones se han convertido en íconos de la capital –al grado que se han adaptado para los teléfonos celulares–, son solo algunos de una larga lista de sonidos que han formado parte del ir y venir de los capitalinos desde que se fundó esta ciudad.

Durante la Colonia, quienes se encargaban de informar a la población sobre los hechos más importantes del momento eran los pregoneros, personas que desde las calles y plazas principales anunciaban las noticias del día. Posteriormente, con el surgimiento de los diarios y periódicos, estos pasaron a ser voceadores, es decir, los encargados de gritar las noticias que se publicaban en papel para que la gente las comprara. Esta forma de vender perduró hasta muy entrado el siglo XX, no solo en la Nueva España y México, sino en todas las megalópolis del mundo. Ahora, son más silenciosos y se observan pasando entre los coches con el periódico en alto o en sus puestos de revistas. Pero si se tiene la suerte de pasar por una colonia en donde ocurrió un gran acontecimiento (casi siempre solo del interés para los colonos) todavía se puede escuchar la voz de algún pregonero raro en su especie.

© Federico Gama

Otro antiguo oficio, hoy día inexistente, era el del sereno quien se encargaba de encender las farolas y vigilar las calles por la noche, y cada tanto gritaba para anunciar el estado de la ciudad: “¡Las doce y todo sereno!”. En estos días se aparece solo cuando cantamos las mañanitas: “Si el sereno de la esquina, me quisiera hacer favor de apagar su linternita mientras que pasa mi amor”.

Verdaderos sobrevivientes del tiempo y la modernidad son el silbido del afilador de cuchillos, la campana del carrito de helados o el potente sonido que anuncia la llegada de dulces camotes y plátanos fritos. Tampoco podemos olvidar al ropavejero, el antecedente de la camioneta que ahora compra fierro viejo, pero que todavía podemos encontrar deambulando por algunas calles de la capital o recordar a través de la voz de Cri Cri: “El señor Tlacuache compra cachivaches, y para comprarlos suele pregonar: ‘¡botellas que vendan!, ¡zapatos usados!, ¡sombreros estropeados, pantalones remandados! Cambio, compro y vendo por igual”.

(der.) © Mercedes Quintanilla

Pregones más modernos son los que anuncian a todo pulmón el gas y el agua en garrafón o el muy chilango “¡súbale, súbale hay lugares!” que se confunde, de vez, muy de vez en cuando con la melodía decreciente de una trompeta y unos tambores, o si estás en el Centro Histórico o en Coyoacán con el clásico e inconfundible acorde de los organilleros.

Quizá en el ajetreo de nuestra cotidianidad no prestemos mucha atención a estos sonidos que contrastan con el ruido del tráfico pero siempre, como dijo Salvador Novo, “volvemos a escucharlos todo el día, a toda hora, en todas partes, adheridos a los radios de transistores que cada mexicano carga consigo”, pues sin ellos el paisaje sonoro de la Ciudad de México no sería igual.

Los sonidos de la Ciudad de México was last modified: agosto 31st, 2017 by Natalia Priego

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