Juan Gelman
Hijo de emigrantes judíos ucranianos, Juan Gelman Burichson (Buenos Aires, 3 de mayo de 1930 – México DF, 14 de enero de 2014) es considerado uno de los poetas más importantes de su generación. Por su actividad política y periodística vivió en el exilio entre 1975 y 1988, residiendo de manera alternativa en Nueva York, Madrid, París, Managua y México, el país que lo adoptó hasta su muerte. Durante su ausencia en Argentina, llegó a ser condenado a muerte por la dictadura militar de su país, luego de romper con las guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y Montoneros, a las que perteneció.
En 1976, hostigado por la Triple A argentina, su hijo Marcelo y su nuera, la española Claudia García, embarazada de siete meses, fueron secuestrados y asesinados por la dictadura. La tragedia marcó la vida del poeta, que se volcó en la búsqueda de su nieta, entregada a la familia de un policía en Uruguay.
En el año 2000, Gelman localizó a su nieta Macarena; y en 2011, la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado uruguayo por la vejación a la nuera del poeta y la supresión de identidad de su hija.
Luchador incansable, sus amigos lo recuerdan como un hombre con un gran sentido del humor hasta que la tragedia de su hijo cambió su vida, situación que –posiblemente– lo orilló a reinventar el lenguaje poético y aunar corrientes estéticas sin relación aparente. De esta creatividad inigualable, surgieron personajes tan dispares como San Juan de la Cruz y Homero Manzi, y grandes obras como Violín y otras cuestiones (1956) o Los poemas de Sidney West (1969).
En 2007, recibió el Premio Cervantes, el más importante de las letras españolas, por “el compromiso con la realidad”, que emana de su obra y por haber sabido integrar en su pensamiento poético “su terrible historia personal”, que hoy atesoramos –como diría el periodista Julio Scherer–, en la terca memoria.
Les compartimos algunos fragmentos de sus poemas:
“Yo no sabía que
no tenerte podía ser dulce como
nombrarte para que venga aunque
no vengas y no haya sino
tu ausencia tan
dura como el golpe que
me di en la cara pensando en vos”.
-Poco se sabe
“Escribo en el olvido
en cada fuego de la noche
cada rostro de ti.
Hay una piedra entonces
donde te acuesto mía,
ninguno la conoce,
he fundado pueblos en tu dulzura,
he sufrido esas cosas,
eres fuera de mí, perteneces extranjera”.
-Escribo en el olvido…
“Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta salud de saber que estamos muy enfermos,
esta dicha de andar tan infelices.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta inocencia de no ser un inocente,
esta pureza en que ando por impuro.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
este amor con que odio,
esta esperanza que come panes desesperados.
Aquí pasa, señores,
que me juego la muerte”.
-El juego en que andamos
Comentarios
comentarios