La ruta de las cantinas

El consumo y la importancia del pulque en la vida de los mexicanos data desde tiempos prehispánicos; mientras que por crónicas y documentos novohispanos sabemos de la prohibición a los indígenas de ir a las vinaterías de los españoles. Sin embargo, esta costumbre nunca se perdió, ya que tomar esta bebida entre las clases humildes mestizas fue cada vez más recurrente.

El ritual de convivir con amigos, familiares y compañeros de trabajo a lo largo del tiempo en pulquerías, vinaterías, cantinas o bares obedece, como toda actividad, a una conducta antropológica donde se observan elementos de identidad cultural.

Y es que entre gustos, imágenes, juegos, confesiones y dichos populares la Ciudad de México integra un mundo de códigos culturales específicos, al convivir en espacios rituales de la bohemia etílica.

En esta ocasión, nos adentramos al laberinto de calles en el Centro Histórico para encontrar una encrucijada de tragos y relatos, confidentes e historias, acompañados de un buen trío o mariachi, muchos tequilas y ricas botanas. ¡Salud!

Restaurante Bar La Ópera (1870)
Este representativo inmueble, establecido en la confluencia de la Avenida 5 de Mayo y Filomeno Mata, es un sitio obligado a asistir. Sus orígenes datan del Porfiriato, cuando su clientela asistía al recinto luego de presenciar alguna ópera en el Teatro Nacional. Establecido originalmente como Salón de té y chocolatería, Bar La Ópera debe su nombre a la leyenda que versa sobre el testimonio del balazo del general Francisco Villa, que todavía se puede localizar en su techo. Hay constancia impresa de personajes ilustres en esta ex cantina como la famosa foto de la Mafia, donde aparecen Carlos Fuentes, José Luis Cuevas, Carlos Monsiváis y Fernando Benítez. También era sabida la presencia del Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, quien alguna vez deseó conseguir algunos de los espejos del lugar.

La Peninsular (1872)
Situado en la calle de Corregidora, esquina con Roldán, La Peninsular ha sido escenario de grandes bohemias de barrio. En la década de los sesenta, la cantante y actriz Lucha Villa acudía a este lugar después de sus actuaciones de cabarets. Hasta hace unos años, todavía se obsequiaba propaganda comercial con doble sentido, tradición que feneció en estos tiempos de permisibilidad de entrada de las mujeres a cantinas, a partir de 1982.

 

Restaurante Bar El Gallo de Oro (1874)
Desde sus inicios, este local ubicado en la calle Venustiano Carranza 35 fue refugio de personalidades como Manuel Acuña, Guillermo Prieto, Justo Sierra, Manuel M. Flores y Juan de Dios Peza. De su cocina destacan los típicos pepitos de lomo de res con jitomate, cebolla y rajas de chile, así como el plato de la casa: Gallo de Oro, pollo de leche adobado y cocinado a las brasas.

La Puerta del Sol (1887)
Ubicada en la calle 5 de Mayo y Palma. Su botana es la tradicional comida casera. Cuenta con una curiosa vista frontal de la cocina, a diferencia de la mayoría de las cantinas, donde están, por lo general, ocultas. El recinto fue refugio, entre otros personajes, del periodista Renato Leduc quién ahí se inspiró para escribir Prometeo sifilítico.

La Potosina (1890)
Albergue de gran tradición en la calle Jesús María 21, esquina con Emiliano Zapata, ofrece a la vista las dimensiones de las cantinas decimonónicas. Además de sus cervezas, rones, vinos y tequilas, se puede solicitar la preparación de bebidas de la casa como la “paloma” y el “conejo”. Lo peculiar de este lugar es que en su entrada cuenta con una imagen de la Santa Muerte y en la acera de enfrente, una de San Judas Tadeo, lo cual brinda un aspecto de una imagen urbana muy peculiar.

La ruta de las cantinas was last modified: agosto 31st, 2017 by José Luis Montenegro

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