¿De dónde eres?

¿Del lugar donde naciste? ¿Del sitio donde estudiaste? ¿En el que están tus afectos o tus hijos? ¿Donde pagas tus impuestos? ¿Donde te dan un papel que tienes que mostrar cada vez que pasas una frontera inexplicable? ¿Es en realidad tu hogar el sitio donde te parieron? ¿Es un proceso natural o una elección?

En medio de una continua discusión a favor o en contra de las patrias, del nacionalismo o patriotismo, hay puntos que destacar en ambos lados. Con fronteras cambiantes, el continuo movimiento de una séptima parte de la población del mundo, la apertura en las comunicaciones, la respuesta no es una sola ni aplica a todos. A veces se insiste que los más puros son aquellos que se mueven menos, aunque frecuentemente sean los que menos aporten para transformar su país; también existen los que trabajan convencidos en su tierra; abundan los nuevos nómadas que no se establecen en ningún sitio ni tienen interés de vincularse con ninguna realidad; o los que eligen otra tierra, se integran y se entregan por ella. Estas son sólo algunas respuestas.

No todos entendemos de la misma manera para qué queremos tener una nacionalidad o pertenecer a un grupo social. ¿Es tan importante, en una época donde son notorios los gitanos modernos, o donde los desencantos con la realidad, el hambre o el miedo inducen a voltear en otras direcciones?

Abundan, sobre todo de parte de políticos con ideas del siglo XIX, discursos estúpidos que exigen identidad total o cheques en blanco por lo que se hace o se siente en un país. ¿Si no nos sabemos el himno, somos menos mexicanos? ¿Las canciones de José Alfredo? ¿Será malo preferir las canciones de Los Beatles? ¿Eres menos mexicano porque no te gustan los cuadros de Frida Kahlo?, ¿porque no vistes de huipil?, ¿por no comer escamoles? ¿Lo eres más porque adoras las sandías de Tamayo, aunque la sandía no sea originaria de México?

 

© Mexicanísimo – Zacatecas

Las respuestas no pueden ser simplistas, patrioteras. La gente que nació en un país pero vive en otro formaría hoy el quinto país en tamaño en el mundo. Más del 20 por ciento de los mexicanos y sus descendientes en este planeta no viven en su lugar de origen. ¿Qué pasa con esos 22 millones que, viviendo en Estados Unidos, aportan más a México y defienden más a nuestro país que muchos de los habitantes de Pachuca o Villahermosa, por mencionar algún sitio? ¿Qué pasa con los que emigran, más que por voluntad, arrojados fuera por falta de respuestas de parte de sus autoridades? ¿Qué hacemos con ellos? ¿Los degradamos y les prohibimos comer tortas ahogadas?

Tal vez las respuestas tengan que ver, sin embargo, con nuestras propias aportaciones, más que con nuestras herencias. Soy de un país por todo aquello que puedo y quiero dar por ese pedazo de planeta, no por lo que me ha dado a mí. En mi opinión, quien, lejos de aportar, vive esperando que México le gratifique por comer enchiladas no debería tener nacionalidad porque eso, la nacionalidad, no puede considerarse como una tarjeta de crédito que da derecho a emborracharse en mexicano, robar en mexicano o vivir de la caridad en mexicano. Eso es un patrioterismo estúpido, aunque se vista de mariachi.

Soy del país donde puedo ser yo y donde puedo aportar. Hoy, estoy convencido, por eso soy mexicano. Pero mi respeto y empatía van para aquellos que han decidido una respuesta diferente. Los prefiero mil veces, sobre aquellos que quieren defenderse de lo extranjero como si fuera una enfermedad, o los que viven renegando de su suerte por el país que les toca habitar.  Ni dan aquí, ni dan allá, y se quejan en todos lados.

A cada quien le toca elegir, pero es imperativo hacerlo en función de sus aportaciones. Como la familia: son mis hijos por lo que puedo hacer por ellos, no por una mera aportación genómica.

Y, una última observación: una vez elegida tu afinidad, tu familia en esta tierra, y que asumas tu responsabilidad para construir patria y no sólo para vivir de ella, considera la inutilidad de fronteras y bardas. Son una feudal obsolescencia. Si alguien requiere circuitos cerrados y perros para alejar al resto de la gente está, al fin y al cabo, eligiendo su propia segregación y mostrando su propia pobreza.

 

 

¿De dónde eres? was last modified: agosto 31st, 2017 by Luis Jorge Arnau Ávila

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