Por Vero A. Almeida
Había una vez una Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil. En su primer día muchos niños llegaron a un cuentódromo, en donde los esperaba una cuenta-cuentos y antes de contarles cuantos cuentos contaba les preguntó: ¿ya habían venido a la FILIJ? Casi todos respondieron afirmativamente con entusiasmo. Un niño volteó y le dijo a su amigo: «yo he venido a todas», y recibió miradas de admiración por los que estaban a su alrededor. Haber asistido a todas las 38 FILIJ y solo tener alrededor de 7 años es maravilloso.
La cuenta-cuentos era Norma Torres, quien cautivo a todos los niños, haciéndolos cómplices de las travesuras y hazañas de los personajes de sus historias, con ella aprendieron que las historias pueden estar en un libro de tela con muñequitos que paseaban de página en página o en una canción que se canta a coro con amigos. Los cuentos provenían de Colombia, Chile y Perú, los países invitados de la FILIJ.
Toda la emoción los preparó para seguir su camino y adentrarse, ahora sí, en los stands de la feria. Para llegar a ellos pasaron por las ilustraciones, pero pronto estaban ahí, entre los miles de libros que tienen toda la vida para leer. Probablemente cuando eres niño y ves todos esos libros y estás en un parque no te da miedo pensar que nunca llegarás a leerlos todo, lo único que quieres es correr. Tal vez por eso se dispersaron un poco, algunos descubrieron que en Sinaloa existe la danza del venado y algunos más se sentaron en las bancas de madera con diseño circular, perfectas para disfrutar de la luz del sol otoñal.
Así fueron descubriendo que la FILIJ es un mundo para niños y jóvenes, no solo por sus títulos o eventos, sino porque el espacio deja que fluyan libremente. A mí me sucedió algo parecido a lo que le pasó al niño que asegura haber ido a todas las ediciones de la feria, pero fue en sentido contrario, tuve la impresión de estar en la FILIJ por primera vez. Nunca la había sentido tan fresca.
Gran parte del éxito de la FILIJ se debe a que en ella se encontrar nuevas formas de vivir la infancia y recordar la propia a través de la literatura. En un nivel personal, asistir nos da la oportunidad de reencontrarnos con libros que años atrás nos plantearon preguntas y nos abrieron caminos. Además, podemos darnos una idea de las rutas elegidas por autores de otros países para guiar a niños y jóvenes. Los títulos que se encuentran en los stands de los países invitados: Colombia, Chile y Perú, así como del estado Sinaloa, brindan temas de ternura e introducen a los niños y jóvenes en temas más complejos.
La 38 Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil (FILIJ) ya tiene historias, pero aún puedes ir y ser parte de ella, pues seguirá hasta el 19 de noviembre, de 10 a 19 horas, en el Parque Bicentenario, ubicado en Avenida 5 de Mayo, colonia San Lorenzo Tlaltenango, alcaldía Miguel Hidalgo.
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