El día de hoy arrancó Zona Maco, feria de arte contemporáneo que celebra su 15a edición en la Ciudad de México. El evento continuará hasta el 11 de febrero y será protagonizado por artistas mexicanos e internacionales, que aprovecharán el espacio para acercar su trabajo al público nacional.
Beatriz Morales y Sofía Fernández Díaz son dos jóvenes artistas mexicanas que presentarán su obra en el evento, bajo la curaduría de Michel Blancsubé, su trabajo también será exhibido en la galería de arte contemporáneo Obra Negra. El martes asistí a las instalaciones de la galería, en el número 320 de la calle Emilio Castelar, en Polanco, para entrevistar a ambas artistas y al curador, que me hablaron de sus carreras y de lo que pueden esperar aquellos que vean sus obras, ya sea en el Centro Citibanamex (donde se llevará a cabo Zona Maco) o en Obra Negra.
Beatriz Morales
Aunque la entrevista fue a larga distancia, pues Beatriz se encuentra en una residencia de artistas en Beirut, Líbano, donde continúa explorando con diversos materiales y técnicas en compañía de artistas de todo el mundo, pudimos comunicarnos por teléfono. Nació en la Ciudad de México y fue autodidacta desde pequeña. Ha vivido en Berlín, Alemania, desde hace 10 años, donde ha desarrollado gran parte de su carrera como artista. Las entrevistas fueron editadas para claridad y extensión.
Mexicanísimo: ¿Me podrías hablar de cómo incursionaste en el mundo del arte y por qué?
Beatriz Morales: Yo empecé como autodidacta desde muy chiquita. Tenía muy claro desde pequeña la posibilidad que tiene la pintura de crear tu mundo propio, era algo muy llamativo. Justo cuando empecé en la adolescencia a tener ese reajuste en que ya no eres niño y empiezas a estar más activo socialmente, fue mi escape ideal, mi manera de expresar mi rebeldía o mis sueños o mis ilusiones sobre hacia dónde va la vida y cómo me gustaría imaginármela.
Empecé muchísimo con arte figurativo. Lo que más me llamaba la atención eran los retratos, era tratar de entender cómo funciona un poco el mundo y yo creo que al mismo tiempo también entenderme a mí. Entonces era como si fuera un diario, era un ejercicio muy personal que fue cambiando poco a poco. Con los años la pintura deja de ser una terapia y empieza a tener aspectos distintos, más allá de un diálogo entre yo y el lienzo, sino tratar de comunicar al exterior, que es otro tipo de lenguaje.
M: ¿Qué buscas expresar hacia el exterior? ¿Qué buscas capturar con tu obra?
BM: Los últimos tres años te puedo decir que mi búsqueda está mucho más enfocada en el color en sí, en texturas. Podría llamarla pintura performativa, porque lo que es interesante son los procesos, no solamente el resultado final. Últimamente estoy muy enfocada en el arte abstracto, estoy celebrando el color en sí.
Te digo arte performativa porque tiene muchas capas y capas y capas de pintura atrás. Es tratar de que tenga un elemento más real en el que las cosas no nada más son lo que ves y percibes, sino todas esas capas que hay detrás de un elemento o de una persona o de una historia, entonces es tratar de llevar eso a la pintura y que no sea un ejercicio totalmente literal en el que ves lo que quiero decir, sino que hay un poco de historia escondida que te deja un poco a la imaginación, con ganas de saber qué más hay detrás de esas capas.
Yo trabajo mucho con capas, van pasando varias historias en cada capa y hacia el final, en la capa 15 o 16, hago una apertura que te da a entender que hay textura atrás, que hay cosas que pasaron atrás que no puedes ver.
M: Una cosa que noté de tu obra es que aparecen muchas manchas, ¿me puedes hablar un poco de eso?
BM: Las manchas son mi elemento, el que he utilizado los últimos cinco años, el que marca la pauta de cada obra. A mí me encanta porque es un elemento que nace de una primera explosión, con muchísimo movimiento corporal, que poco a poco se va ordenando. Estoy constantemente en este diálogo entre el caos y el orden. Al mismo tiempo mientras veo más orden, vuelvo a crear caos y voy y vengo con el caos y el orden. Justamente la mancha fue lo que dio pauta para que estuviéramos exponiendo juntas Sofía y yo, es donde nos identificamos muchísimo.
M: ¿Es importante para ti que tu trabajo se exhiba en México en eventos como Zona Maco?
BM: Sí, yo estoy muy feliz de que por fin está pasando esto. Estuve muy desconectada de México porque yo llevo casi diez años en Berlín, entonces los dos últimos años decidí que era muy importante para mí regresar a México, hace mucho que no exponía, y ahorita la oportunidad de trabajar con Obra Negra me encanta, porque es un proyecto nuevo que está muy enfocado en pintura y en escultura, no nada más en arte conceptual. Estoy feliz de participar en Zona Maco, de hecho es mi primera vez, entonces estoy muy contenta.
M: ¿Qué esperas que tu trabajo provoque en la gente que lo vea?
BM: Lo veo como un granito de arena en cuanto al movimiento artístico, como mi manera de cooperar, de ser parte. Es difícil pensar en el espectador a veces, la verdad, qué es lo que va a sentir, pero me encantaría que despertara cierta curiosidad y ganas de tratar de entender la pieza y de sentir las piezas. Siempre he tratado de ver el arte sin autoría, el artista no me parece tan importante, veo el arte como un todo, como más que nombres. Para mí es un gran honor ser parte de este movimiento y estar ahí con tantas galerías y tantos artistas y tantas ideas mezclándose.
Sofía Fernández Díaz
En el caso de Sofía, ella sí se encontraba en Obra Negra y de hecho tuvo que dejar de intervenir una de las ventanas de la galería para hablar conmigo de su trabajo. La artista, nacida en la Ciudad de México, recientemente se mudó a Oaxaca para acercarse más a la naturaleza y alejarse del caos de la metrópolis.
M: ¿Por qué te interesaste en el arte? ¿Por qué decidiste incursionar en ese mundo?
Sofía Fernández: Desde chiquita era muy manual, siempre intentaba transformar mis muñecas o intentaba transformar todo lo que se me apareciera. Yo creo que desde ahí empecé a imaginar mis propios trabajos, empecé a utilizar mucha diamantina, me encantaba pegar piedras y diamantina, y objetos y materiales que me iba encontrando en mi día a día, y se refleja muchísimo en lo que estoy haciendo ahorita.
M: ¿Por qué trabajas los materiales que trabajas?
SF: Justo lo que te digo, siempre intentaba encontrarle otra función a un material común y corriente. Una de mis series que más me gusta o que más fuerza tuvo en mi carrera fue una que hice con harinas. Justamente fue mi proyecto de poder utilizar la harina como un material en mi obra, entonces pasé meses y meses intentando utilizarlo y que se conservara. Hoy en día trato de sacar colores de la tierra, que también viene mucho de la exploración y experimentar con materiales para sacar productos estéticamente bonitos o que cuajen con texturas y colores y patrones, que es lo que más me interesa.
M: ¿Qué tan importante es la naturaleza para tu obra?
SF: Es lo más importante. Yo hace poco me mudé a Oaxaca justamente para buscar esa conexión lejos de la ciudad, que he encontrado allá, donde se mantienen tradiciones de conexión con la tierra, como el teñido. Es una comunicación que las tradiciones prehispánicas tenían con este medio, de recibir y dar.
M: ¿Qué diferencias has notado en tu trabajo desde que te mudaste a Oaxaca? ¿Cómo se ha transformado tu obra?
SF: Muchísimo. Me siento más en conexión conmigo misma, no sé si es porque me salí del caos. Desde que estoy allá estoy bastante sola, entonces me dediqué al 100% a mi trabajo. Creo que es el año que más he producido en mi vida. Fue una exploración constante todos los días, todos los días, entonces definitivamente hubo una evolución.
M: ¿Cómo influyen tus raíces y las técnicas artesanales tradicionales en tu trabajo?
SF: A los siete años me fui a vivir a Estados Unidos y perdí el contacto con mis raíces. Cuando regresamos a México fue un choque cultural muy grande, pero un choque en el sentido de que me di cuenta de lo valioso y rico que es México en sus raíces y en sus tradiciones. También el bordado, las chaquiras, el teñido es algo que siempre me ha llamado mucho la atención y quería involucrarlo en mi trabajo de cierta forma, aunque siento que todavía no lo logro al 100%, sigo en el proceso de involucrarlo y también de apoyarlo. Hace poco me fui a vivir un rato con una comunidad de mujeres tejedoras. Ver la dedicación que ellas tienen con su trabajo, el tiempo que le dedican, la investigación que viene desde sus bisabuelos, desde antes, esa conexión de dedicación es lo que más he aprendido.
M: ¿Qué puede esperar la gente o qué esperas que sienta la gente cuando vea tu trabajo en Zona Maco?
SF: Pues yo siempre que estoy en la naturaleza intento ver las cosas como si fuera a través de un microscopio: admirar las texturas de un tronco, admirar los colores de una flor, pero muy de cerca. Y yo lo que he estado haciendo ahorita, trabajar con cera o con tintes naturales y con diferentes medios, es intentar lograr patrones que asimilen estas texturas que yo tanto admiro. Entonces con el hecho de que alguien se acerque, muy cerca, a ver estas cosas, ya con eso me doy por bien servida. No es tanto que les guste físicamente, sino que les provoque algo.
Michel Blancusbé
El curador francés ha tenido una carrera exitosa, tanto dentro como fuera de México. Fue curador asistente en el Museo de Arte Contemporáneo de Marsella de 1996 a 2001 y estuvo a cargo del departamento de registro de la Colección Jumex, donde además curó distintas exposiciones.
M: ¿Con qué se encontrará la gente que vaya a Zona Maco cuando vea esta exposición?
Michel Blancsubé: Lo que me interesaba trabajar con las dos es qué terreno comparten y ver en qué momento podemos tener dudas sobre la autoría de una pieza, decir si es más de Sofía o de Beatriz. Yo veo prácticas compartidas entre las dos. Obviamente podemos ver que hay un tipo de paleta de color amplia en ambos casos. Más pastel, más apagada en el caso de Sofía y más prendida en el caso de Beatriz. Pero más que nada quería poder subtitular la exposición Colores y texturas, porque las dos tienen un afán por las texturas. Se encuentra en la cochinilla, se encuentran en la cera y se encuentran de alguna forma en las categorías muy burdas de figurativo y abstracto, son más abstractas. Aunque yo creo que Sofía traduce muchos paisajes de la naturaleza en su pintura, de hecho va mucho al material natural, incluida la tierra. En un momento tenía más la idea de artista del campo y artista de la ciudad, pero las dos crecieron aquí en esta ciudad. Aunque Sofía se escapó más, vive en el campo en Oaxaca.
M: ¿Cuál ha sido su experiencia trabajando con estas dos artistas mexicanas?
MB: Muy difícil, muy difícil [Risas]. No, no, bastante cálido, cariñoso, amistoso, yo no sé trabajar de otra forma, no soy una máquina, estamos hechos de pura emoción, carne y sangre. Fue agradable. Fue bastante difícil aterrizar el proyecto, encontrar una selección de obra y trabajar también en los espacios, aunque aquí [Obra Negra] es la segunda vez que cuelgo, entonces fue más fácil la segunda vez. Fue agradable y siempre que entro a un proyecto sé que voy a estar un poco perdido y poco a poco habrá una fuerza que me jale la mano y me guíe a algún tipo de resultado.
Le deseamos mucha suerte a Beatriz Morales, a Sofía Fernández Díaz y a Michel Blancsubé con su exposición, así como a todo el equipo de Obra Negra. No olviden darse una vuelta por Zona Maco y por la galería, son obras que no pueden perderse.