Un comentario que escucho con frecuencia de personas mayores o padres de niños y adolescentes es que ellos prácticamente no entran a las redes sociales. Las explicaciones van desde “sólo se dicen tonterías” hasta “es muy complicado y no le entiendo”, pasando por “son ofensivas”, “son peligrosas”, “no tengo tiempo”, “todo mundo se entera de todo”, “son para jóvenes” y muchas otras.
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Respetando el derecho que todos tenemos a expresar nuestras opiniones, quisiera hacer algunos comentarios al respecto.
Soy un ferviente defensor del uso de las redes sociales, principalmente por la gran presencia de los jóvenes y cada vez más de los niños. Por supuesto que existen muchos riesgos en ellas, como existen en las calles (y seguimos saliendo), en la televisión (y la seguimos viendo) o en las relaciones humanas (y nos seguimos enamorando). En el pasado, que los padres se abstuvieran de participar en la televisión y en sus contenidos afectó severamente la calidad de los mensajes recibidos por nuestros hijos, pero en aquellos tiempos era comprensible, ante la dificultad para hacernos escuchar por las autoridades y los dueños de los consorcios, además de que no se tenía mucha conciencia de la importancia que el medio fue adquiriendo, al grado de volverse parte fundamental de la vida de varias generaciones. Pero ahora eso ya no es así, Internet ha proporcionado una vía gratuita, accesible y atractiva al alcance de todos, que los padres no podemos desaprovechar. Entrar a la red nos permite saber qué sucede, qué mensajes se escuchan y hacia dónde se dirigen éstos. También proporciona tribuna y, por primera vez, permite a cada uno de nosotros hacerse escuchar, decir su verdad, expresar sus opiniones de manera libre y casi sin censura. No podemos desaprovechar la oportunidad de estar cerca de lo que hoy regula la vida. Además, si somos inteligentes, las redes sociales permiten la transmisión de otras ideas que inviten a la lectura, a la participación social, al respeto por los demás y de los derechos de la comunidad, a la paz, a la protesta, a la solidaridad. Todos esos pueden ser espacios dignos, útiles, aprovechables. Esconderse suponiendo que existen riesgos es, hoy en día, un comportamiento peor que el del avestruz que esconde la cabeza esperando que los enemigos lo confundan con un árbol.
Y sí, es cierto que la vida presenta retos, pero nunca mayores a los tiempos de la sumisión provocada por la falta de preparación y de una educación moderna, además de que negarse a enfrentar los riesgos no los desaparecerá.
Puede no gustarnos, pero las redes sociales son el espacio donde se desenvuelve hoy la vida de la gente. Hacernos a un lado se puede equiparar a los tiempos en que los padres no leían y estaban fuera del mundo de los hijos alfabetizados. Quien aduce razones para mantenerse al margen parece perpetuar el deseo de quedar fuera de la realidad. Analfabetismo tecnológico.
Internet no es, en sí mismo, un medio bueno o malo, es simplemente un medio. Asomarse de manera continua, participar, organizar un blog o una página, revisar los sitios que frecuentan los hijos, apoyar a instituciones que muestran alternativas sociales, es trabajar para que el medio transmita nuestros deseos para mejorar el mundo. Y eso, es estar cerca de nuestros hijos.
Acércate a las redes, no muerden.
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